Seymour Bernstein a los 90 comparte experiencias, ideas y conceptos sobre temas que usualmente no están sobre la mesa y sin embargo son parte del cotidiano de casi todo músico que eventualmente debe actuar.
El pánico escénico, sus diversas manifestaciones y cómo por lo general se combate con técnicas inútiles y arbitrarias.
La importancia de la preparación como principal sistema y solución para llegar a una situación en donde la posibilidad de falla desaparece.
Enfrentar con la acción consciente la escena que que se repite y genera pánico como forma de pasar por ese 'peor momento posible' y salir adelante.
La necesidad de tomarse a uno mismo con calma y paciencia, para llegar a tener el tiempo y espacio necesario para dedicar lo suficiente y más.
El contraste entre las obligaciones como intérprete y educador, y la necesidad de ser creativo.
La composición como camino obligado para todo músico y como la gran mayoría intenta escapar.
La experiencia de enseñar. La posibilidad de ayudar a solucionar problemas por los que uno ha pasado y el alumno no cree ser capaz de superar. La magia que se produce en el instante en que se cruza ese puente.
No desperdiciar nunca la oportunidad de superar un desafío.
Cuando se hace algo por el otro, la propia vulnerabilidad desaparece. El ego deja de existir, uno ya no es importante, el otro lo es.
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